lunes, 20 de abril de 2009

El Tesoro de Guarrazar

Año 711: Los árabes invaden Hispania. A su llegada a Toledo encuentran en la catedral una serie de coronas votivas y demás ofrendas que los reyes visigodos y demás personajes influyentes de la época habían ido donando a la Iglesia. Muchas de las joyas son fundidas para aprovechar los metales preciosos, siendo a su vez causa de envidias y disputas entre los conquistadores árabes. Sin embargo, gran parte de ellas han sido transportadas ya por los clérigos visigodos que, para ocultarlas de los invasores, las esconden en el cercano monasterio de Santa María de Sorbaces.

Año 1858: Tras unas lluvias torrenciales se produce un desplome de terreno en las llamadas Huertas de Guarrazar (Guadamur, Toledo), antigua ubicación del monasterio de Santa María de Sorbaces. A la luz queda expuesta, junto al sepulcro de un presbítero llamado Crispinus, una caja de hormigón llena de joyas y objetos de gran valor. Los descubridores, en vista del hallazgo, venden los objetos a orfebres de Toledo y a un militar francés que se lleva las joyas a París. Posteriormente se encuentra otro conjunto de objetos que, esta vez, es vendido a la reina Isabel II, que deposita las piezas en la Armería Real.

El tesoro de Guarrazar constaba de una serie de coronas y cruces votivas, así como de diademas, broches y hasta cinturones. Gran cantidad de los objetos desaparecieron para siempre; siendo los transportados a París y Madrid los que se conservan. Las joyas provienen de los talleres de orfebrería ibéricos. Entre las piezas, las dos más destacadas son las coronas votivas de los reyes visigodos Suintila y Recesvinto.

La corona de Suintila, actualmente en paradero desconocido tras su robo de la Armería Real en 1921, era de oro, ornamentada con piedras semipreciosas, y de ella colgaban unas pequeñas cadenillas de donde pendían unas letras. De cada una de estas letras, a su vez, colgaban diferentes piezas, como perlas, esmeraldas o zafiros. Las letras formaban una inscripción que decía: “SUINTHILANUS REX OFERET”. Estaba datada entre los años 621 y 631. La otra corona, la de Recesvinto, es la pieza más conocida del tesoro y constituye un exvoto excepcional. Fechada en 622, es de oro compuesta por dos piezas semicirculares unidas, con incrustaciones de piedras preciosas. Aquí volvemos a ver letras colgantes que en este caso rezan: “RECCESVINTHUS REX OFFERET”, de las que también cuelgan diversas piezas de orfebrería.

El tesoro está repartido entre el Museo de Cluny, en París; la Armería del Palacio Real de Madrid y el Museo Arqueológico Nacional de España, también en Madrid. Aún así, en el Museo de los Concilios y de la Cultura Visigoda, sito en la Iglesia de San Román de Toledo, podemos encontrar una serie de fieles reproducciones de los objetos más importantes de dicho tesoro.

Fuente imágenes: Wikipedia y Museo Arqueológico Nacional

1 comentario:

Anónimo dijo...

sin duda lo mejor del tesoro es el nombre wuahahaha!