lunes, 27 de abril de 2009

Toledo

He decidido publicar entradas acerca de lugares declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y, como no puede ser de otra manera, empezaré hablando de Toledo, que adquirió dicho estatus en 1986.

Sobre una colina de cien metros de altura, abrazada por el río Tajo, se encuentra la ciudad de Toledo. El primer asentamiento conocido son una serie de castros de la Edad de Bronce, de los que el situado en el Cerro del Bú es uno de tantos. Sobre ellos se levantaría una ciudad celtibérica amurallada bajo dominio carpetano. Tito Livio, en sus Anales, la define como “Ciudad pequeña, pero bien amurallada”. Conquistada en 193 a. C. por Marco Fulvio Nobilior, los romanos la denominan Toletum, cuyo significado viene a ser “lugar en alto”. La romanización trajo consigo una importante industria del hierro y un profundo cambio de la ciudad: villas, acueducto, calzadas, circo, anfiteatro, teatro... Si bien la mayoría de estas obras fueron desmanteladas para aprovechar los materiales o, directamente, siguen bajo tierra.

Tras las primeras incursiones germánicas la ciudad es reforzada, aunque no tardaría en ser conquistada. Primero por los alanos en 411, quienes fueron derrotados a su vez por los visigodos en 418. Bajo dominio visigodo la ciudad se convierte al cristianismo y adquiere gran importancia civil y religiosa, siendo arzobispado y capital del reino visigodo.

En 711 es tomada por musulmanes y pasa a llamarse Tulaytula. Sometida al califato de Córdoba y tras la desintegración de éste, Toledo pasaría a ser un importante reino de taifa obligado a pagar parias a los reyes de Castilla para mantener su independencia. En 1085, Alfonso VI de León y Castilla la toma pacíficamente por capitulación. El acuerdo de capitulación concedió fueros a las minorías existentes (mozárabes, musulmanes y judíos) y se toleró el culto religioso de judíos y musulmanes. Es en este período donde Toledo conoció su máximo esplendor social, cultural y político. De ello da fe la Escuela de Traductores de Toledo, impulsada por Alfonso X “El Sabio”, numerosas obras de arte civil y religioso y el hecho de que se la conociera como “Ciudad de las tres culturas”. Esta actitud tolerante no duraría mucho: los cristianos construyeron su catedral sobre la mezquita mayor, construida a su vez sobre la antigua catedral visigoda.

Como capital de España, los Reyes Católicos engrandecieron la ciudad. Tanto que el monasterio de San Juan de los Reyes estaba destinado a ser su mausoleo, aunque luego no fueron enterrados en él. La ciudad, en 1520, fue una de las primeras en sumarse a la revuelta de las Comunidades, con dirigentes como Juan de Padilla y Pedro Laso de la Vega; y tras la derrota de Villalar sería María Pacheco, la viuda de Padilla, la que encabezase la resistencia contra Carlos V, hasta su rendición. A partir de 1563, tras la decisión de Felipe II de trasladar la corte a Madrid, la ciudad pierde su peso político y social y empieza su decadencia. El siglo XVIII trajo un breve resurgir con la Real Compañía de Comercio y Fábricas, pero fue un período breve que no sacó a la ciudad de la ruina y que la relegó a funciones meramente administrativas.

Situada en zona republicana al comienzo de la Guerra Civil, presencia el famosísimo asedio del Alcázar, hasta finales de septiembre de 1936, cuando es tomada por el bando nacional. Tras esto, ya se sabe: 40 años de dictadura, democracia…y hasta hoy.

Fuente imágenes: Wikipedia y Flickr

1 comentario:

wellesbiencompany dijo...

hasta esto has llegado y ya?